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lunes, 4 de noviembre de 2013

Mi historia: El dolor (parte I)

Siempre fui una persona activa y algo nerviosa. Desde pequeña quedó claro que la paciencia no era lo mío, quién me iba a decir, tantos años después, que tendría que hacer acopio de ella.

De niña fui todo lo saludable que pudiera esperarse, aunque siempre me costó adaptarme al ejercicio físico y nunca se me dieron bien los deportes, por lo que me gané la fama de ser un poco "vaga".

Mi salud fue siempre normal, exceptuando los clásicos cuadros de amigdalitis aguda, que tocaban dos veces al año hasta que cumplí los 18, cuándo misteriosamente desaparecieron. Fue sobre esta edad, cuando repentinamente comencé con problemas intestinales que coincidieron con un aumento injustificado de peso. Yo siempre había sido muy delgada y en menos de 6 meses, engordé 15 kilos. Algo no iba bien...

Un poco más tarde, comencé a tener síntomas depresivos y más tarde ansiosos, que en ese momento todos asociamos a problemas familiares. Todo ésto no hizo sino recrudecer los síntomas intestinales, por lo que me hicieron toda clase de análisis que pudieran arrojar luz sobre el por qué de las diarreas y los dolores abdominales. Todo salió negativo.

Mas adelante, sobre los 25 años y a raíz de un trauma cervical sin importancia, comencé a sufrir dolores y contracturas musculares cada vez más severos, empezando por la parte superior del tronco y que poco a poco se fueron extendiendo a otras zonas del cuerpo. Casi a la vez, llegó también el insomnio y problemas con el sueño. Tras varios meses y muchos ingresos en urgencias por estos motivos, acabé en la consulta de un reumatólogo que tras hacerme la prueba de "los puntos gatillo" me diagnosticó de Fibromialgia . Con mi edad, para nada cuadraba con la etiqueta de "señora de más de 50 años fibromiálgica".  Las etiquetas en temas de salud no son buenas y a día de hoy, he conocido casos de todas las edades, hombres y mujeres, con esa dura enfermedad. Incluso existen casos de niños.

A partir de aquí, los dolores se hicieron cada vez más insoportables, extendiéndose a todas las partes del cuerpo y con frecuentes brotes que me dejaban tumbada en el sofá. Los médicos no me ofrecieron tratamiento alguno, más allá de antidepresivos y relajantes musculares que sólo empeoraban el cuadro, pues el efecto rebote era considerable. Para ellos mi caso no merecía mucha credibilidad y lo achacaban todo a un cuadro depresivo o incluso de somatización. Hace sólo 8 años, la Fibromialgia no era apenas conocida y muchos médicos dudaban incluso de su existencia. Hoy en día, se ha pasado a todo lo contrario, diagnosticándola muy a la ligera, a todos aquellos casos de dolor crónico inexplicado, sin considerar otras posibles causas. Mal asunto...

Entré así en un círculo vicioso de dolor-ansiedad-insomnio-dolor que me mantuvo por años en una pesadilla. Los problemas intestinales se agravaron, por lo que tuve que someterme a una colonoscopia. El resultado fue: "Inflamación inespecífica del cólon" Es decir, un Síndrome de cólon irritable (SII) que se sumaba a mis otros diagnósticos.

A pesar de todo ello, siempre conservé las ansias de luchar, al fin y al cabo era joven aún, y me podían las ganas de vivir. Por eso continué yendo a conciertos y salidas, que cada vez más a menudo, tenía que dejar a la mitad por un brote de dolor. Era frustrante. Así que poco a poco fui perdiendo vida social, porque la medicación, los dolores y los incipientes problemas cognitivos, eran incompatibles con ella.

(Continúa en parte II)


1 comentario:

  1. https://es.groups.yahoo.com/neo/groups/lyme_y_otras_zoonosis_cronicas_espanol/info--foro de enfermos de lyme crónico

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